Un récord de países (cuarenta y seis) tomaron parte en los Juegos con 2.971 atletas. El Conde Henry de Baillet-Latour dirige el Comité Olímpico Internacional en el que sustituyó a Coubertin en el año 19251. El cambio de Presidencia permite la admisión de las pruebas de atletismo para mujeres de las que Coubertin fue siempre declarado enemigo2. Las que entonces se programaron fueron las de 100 y 800 metros lisos, relevos 4 x 100, salto de altura y lanzamiento de disco. Una viva polémica, enconadamente mantenida por feministas y antifeministas, se desató con la innovación, que cobró su punto álgido, cuando una de las atletas concursantes en los 800 metros lisos se desvaneció durante la prueba.
La familia olímpica se reúne al completo en Ámsterdam, al admitirse a los alemanes, ausentes en los anteriores Juegos. Se establece que el calendario de competiciones no podrá sobrepasar los dieciséis días, y en la torre del Estadio se alumbra un fuego local, erróneamente considerado en numerosas publicaciones como traído en relevos desde Olimpia, siendo así, que el traslado del fuego olímpico, se realizaría por primera vez, en los Juegos de la XI Olimpiada en Berlín. El fuego que ardió durante los Juegos de la IX Olimpiada, puede llamarse olímpico en cuanto a que por estar ubicado en un Estadio de estas características, por ser sede de los Juegos, puede disfrutar de tal calificativo, pero no olímpico por traído de Olimpia, lo que no ocurrirá hasta ocho años más tarde. El símbolo en cuestión es emplazado en aquella ocasión en un gigantesco pebetero situado a cuarenta metros de altura en la torre de maratón, hito descollante del magnífico estadio concebido y realizado por el arquitecto holandés Juan Wils, que en los concursos de arte de estos Juegos, había de obtener por tan señalada obra el primer premio en el certamen de arquitectura3.
Pebetero de Amsterdam 1928
En las pistas, los atletas finlandeses Paavo Nurmi y Ville Ritola, vuelven a dominar la media distancia y en natación, Weissmüller, consigue su cuarta medalla de oro olímpica antes de dedicarse al cine. El fútbol acapara la atención masiva del público holandés, en una edición, en donde desde las primeras eliminatorias se demostró que los equipos suramericanos no iban a tener rivales extraños a su área geográfica. El conjunto de Uruguay desde el primer momento se destacó como favorito, venciendo en la final a Argentina y revalidando así su triunfo olímpico4.
Paavo Nurmi y Ville Ritola (FIN)
En los 400 m vallas el aristócrata inglés Lord Burghley dominó la prueba con sorpresa general. El más tarde Marqués de Exeter, miembro del COI y Presidente de la F.I. de Atletismo inicia así una fecunda gestión olímpica5. En maratón, un enjuto atleta argelino de veintinueve años, mahometano, vegetariano y obrero, Boughera El Ouafi, defiende los colores de Francia y consigue el triunfo. Su vida posterior compendia un dramático exponente de oscura amargura tras el relumbrón de gloria, con miserable existencia que se extingue por asesinato en un sórdido ajuste de cuentas en octubre de 19596.
Medallas de los Juegos de la IX Olimpiada - Ámsterdam 1928
España consigue su primera medalla de oro en hípica en el concurso de saltos de equipos. El trío de vencedores estuvo compuesto por los capitanes José Álvarez de las Asturias, Marqués de los Trujillos, que montaba al caballo Zalamero; Navarro Morené, Conde de Casa Loja, sobre Zapatazo y Julio García Fernández que montaba a Revistado7.
El Primer Oro Olímpico Español
Desde su atalaya de patriarca olímpico, Coubertin, pese a no asistir a los Juegos de Ámsterdam por motivo oficial de enfermedad, no ceja de dar consignas y directrices. Su ausencia en la ocasión pudo estar motivada bien por la aguda crisis económica que padecía al haber gastado toda su fortuna en la causa olímpica, o en el hecho de la admisión de las mujeres en las competiciones de atletismo conforme propuso el sueco Sigfred Edstrom... o en las dos causas a la vez8. Las instrucciones que emanan de sus escritos, algunos repetitivos a conciencia, son motivadas por la equívoca vulgaridad conceptual que extendidos sectores sociales mantienen sobre diversos extremos del Ideario Olímpico, algunos absurdamente perennes todavía hoy. Tal es el erróneo uso de los términos Juegos Olímpicos y Olimpiada al que, con machacona reiteración, siempre se refirió9. La cooptación como sistema electivo de los miembros del COI también es a ultranza mantenida pues:
«Los miembros del COI no son en ninguna manera delegados en el seno del Comité. Incluso les está prohibido aceptar de sus conciudadanos cualquier mandato imperativo que pueda encadenar su libertad. Deben, en suma, ser considerados como embajadores de la idea olímpica en sus países»10.
La práctica generalizada del deporte que fragua por espontánea selección al gran campeón y el recuerdo que los Juegos han sido restaurados para la glorificación del atleta individual son otras de las recomendaciones ideológicas pertenecientes a la época11.
Entre los días 11 a 19 de febrero tuvieron lugar en Saint Moritz los segundos Juegos de Invierno. Adversidades climatológicas dificultaron el desarrollo de las competiciones. Cuatrocientos sesenta y cuatro participantes representan a 25 países. Los esquiadores, patinadores y saltadores escandinavos copan 21 de las 23 medallas disputadas. Sonja Henie consigue su primera medalla de oro en patinaje artístico a los dieciséis años recién cumplidos. La apodada «Hada del cielo» inicia así de forma oficial su rutilante carrera de éxitos conquistados con un estilo depurado, armonioso y peculiarmente personal.
Fuente: DURÁNTEZ, Conrado: Las Olimpiadas Modernas, Madrid. 2004, pág. 31 y ss.
CONRADO DURÁNTEZ
Es Presidente de Honor del Comité Internacional Pierre de Coubertin, Presidente fundador del Comité Español Pierre de Coubertin, Presidente fundador de la Asociación Panibérica de Academias Olímpicas y también Presidente fundador de la Academia Olímpica Española y Miembro de la Comisión de Cultura del Comité Olímpico Internacional hasta 2015. Ha intervenido en la constitución de más de una veintena de Academias Olímpicas en Europa, América y África. Su vocación por el Olimpismo ha sido proyectada en constantes y numerosas intervenciones en congresos mundiales, conferencias y simposios diversos, así como en la publicación de numerosos artículos en periódicos y revistas especializadas nacionales y extranjeras dedicados al examen y estudio del fenómeno olímpico.
CITAS:
1 Le Comité International Olympique, Lausanne, 1981, pág. 45.
2 THARRATS, J. G.: Historia de los Juegos Olímpicos, pág. 403.
COUBERTIN, Pierre: Memorias Olímpicas, pág. 230.
COUBERTIN, Pierre: Ideario Olímpico, págs. 174. 241 y 277.
3 DURÁNTEZ, Conrado: Olimpia, pág. 395.
DURÁNTEZ, Conrado: Las Olimpiadas griegas, pág. 325.
DURÁNTEZ, Conrado: La antorcha Olímpica, págs. 48-59.
DURÁNTEZ, Conrado: El Olimpismo y sus Juegos, págs. 31 y 54.
4 HENRY, Bill: La historia de los Juegos Olímpicos, pág. 226.
THARRATS, J. G.: Op. cit., pág.
5 MEYER, Gaston: El fenómeno olímpico. pág. 135.
HENRY, Bill: Op. cit., pág. 229.
6 THARRATS, J. G.: Op. cit., pág. 421.
7 DURÁNTEZ, Conrado: El Olimpismo y sus Juegos, pág. 51.
8 THARRATS, J. G.: Op. cit., pág. 403.
9 COUBERTIN, Pierre: El ideario olímpico, págs. 181 p215,
10 COUBERTIN, Pierre: “Conferencia en la Alcaldía del XXI Distrito de París”, 1929, en Ideario Olímpico, pág. 291.
11 COUBERTIN, Pierre: Ideario Olímpico, págs. 193 y 197.